Leyenda urbana

 




El es Juan, tiene 16 años y estudia en un colegio técnico la especialidad de computación. Es un chico muy introvertido, fanático de las leyendas urbanas a tal punto de cederles cierto grado de creencia, le gusta el rock nacional y detesta los deportes en equipo. Un día como de costumbre, le tocaba volver muy tarde a su casa debido a la doble cursada en su colegio, donde por la mañana iba a sus materias teóricas, mientras que por la tarde iba a taller a seguir formándose en su camino como programador, por lo general el variaba su camino ya que no le gustaba lo repetitivo. Decidió evitar esas calles que siempre estaban “contaminadas” de personas, y se adentro por aquellas donde habitaban la soledad.

 

Una vez ya alejado del tumulto de gente, ya adentrado en estas calles que parecían pasillos que iban solo en una dirección, dirección a su casa, Juan tenia una extraña sensación recorriendo sus pensamientos, pero simplemente lo dejo estar, ya que por lo general eso le pasaba cuando pensaba en estas posibles “leyendas urbanas”. Unas cuadras mas adelante, al doblar en una esquina vio a lo lejos lo que parecía ser una mancha negra a mitad de cuadra “desvanecerse” entre el callejón de dos edificios, y dejar algo apoyado sobre la vereda, Juan se acerco a este “algo” que no sabia bien lo que era, ya que no llevaba sus lentes puestos. Una vez a su lado, entendió la forma y comprendió que era un maletín lo que tenia delante suyo. Como le daba mala espina revisar en él, pero también le daba vergüenza ir hasta la comisaria para entregarlo, no tuvo mejor idea que llevárselo hasta casa.

 

Durante todo el camino hasta su casa, esa extraña sensación que tenía desde un principio se fue haciendo más y más presente, lo que hacia que le fuese imposible pensar con claridad. Pero para Juan, esto no era algo de lo que debía preocuparse ahora… tenía que pensar que hacer con el maletín una vez llegado a casa. Decidió apurar el paso, mantenía el maletín debajo de su axila, mientras caminaba con la cabeza baja mirando el suelo, como para no levantar sospechas a pesar de que no había nadie en la calle, en esa misma cuadra decidió doblar abruptamente para desviarse, pero enseguida se dio cuenta que las baldosas grises de la calle ahora eran maderas enceradas, por lo que advirtió de esto y levanto con rapidez su vista… ahí estaba, ya en su departamento y sin el maletín debajo de su axila, parado en el medio del living mirando el balcón. Esto lo impacto, pero decidió culpar al cansancio había algo mas importante de que preocuparse, el maletín. Comenzó a buscarlo por su humilde departamento, y enseguida lo vio, sobre la mesa… abierto. El sorprendido, porque no recordaba haberlo abierto y mucho menos, saber lo que había dentro, decidió finalmente echarle un vistazo.

 

Al ver que el contenido del maletín, era una suma de dinero que ni él podía dimensionar, su felicidad fue absoluta pero fugaz, ya que mientras terminaba de asimilar esa idea otra velozmente la opaco y decidió tomar las riendas de sus acciones. Fue a la cocina, agarro un encendedor y volvió decidido a quemar el maletín, y eso hizo, con lagrimas en su rostro, se quedo al lado del maletín viendo como ardía, hasta que el contenido, el mismo y el departamento quedasen reducidos solamente a cenizas.

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